lunes, 25 de noviembre de 2013

La otra historia de los gauchos judíos*

En Los crímenes de Moisés Ville, Javier Sinay bucea en su propia historia familiar para reconstruir un pasado colectivo. ¿El disparador? Una serie de crímenes cometidos entre 1889 y 1906 en un pueblo de colonos, de los que había dado cuenta su propio bisabuelo.

*Esta nota fue publicada en la Revista Brando, número de noviembre 2013.

Hubo veintidós homicidios entre 1889 y 1906 en la primera colonia agrícola judía de la Argentina. Las víctimas fueron inmigrantes que cruzaron el mar para escapar de los pogromos del imperio zarista. Dejaron Rusia, Rumania y otros países de Europa oriental para mirar hacia su nueva Tierra Prometida. Subieron a barcos y se trasladaron desde el frío helado hasta la vasta llanura. Asentarse fue más hostil de lo que creían y también de lo que después eligieron recordar. Nadie fue preso por estos crímenes y todas estas muertes hacía tiempo que habían sido olvidadas. O peor: tergiversadas, enmarañadas.
La pampa gringa es parte del ADN argentino y la figura pintoresca del gaucho judío se narró con romanticismo. Fue necesario relegar ese inicio de sangre en los campos de lino con facones empuñados por gauchos, un comisario y ladrones anónimos. Se hizo preciso desdibujar en la memoria el cómo y el porqué de la muerte de aquellos colonos que fueron esforzados trabajadores de una tierra no tan fértil. Inocentes bellas muchachas, adolescentes, madres, niños: todos masacrados. Hay tumbas que albergan familias enteras.
Esa fue la génesis de Los crímenes de Moisés Ville, de Javier Sinay, quien desde hace una década viene construyendo una carrera periodística sin fisuras y también publicó El que a hierro mata (sigueleyendo.es, 2011, nouvelle), 100 crímenes resonantes que conmovieron a la sociedad argentina (Planeta, 2010, en coautoría con Norberto Chab) y Sangre joven. Matar y morir antes de la adultez (Tusquets, 2009, Premio Rodolfo Walsh en la XXIII Semana Negra de Gijón). Se preguntó: ¿qué pasa si indago sobre una serie de asesinatos cometidos hace 120 años? El resultado es una investigación histórica que también es una crónica, a la vez que un apasionante relato policial y la documentación de la gesta de parte de la idiosincrasia local. Y más.
Es el buceo en la historia íntima y personal del autor, que funciona como caso testigo para hablar de todas las familias judeoargentinas. Es una búsqueda por la geografía de una identidad a través de la abuela Mañe, indignada porque el nieto periodista le revuelve la biblioteca, los cajones y la memoria. Es un trabajo casi arqueológico de desenterrar textos y documentos que conservaba su tío Sergio en una caja que había pasado de mano en mano desde el tatarabuelo. Es una pesquisa tenaz de expedientes judiciales traspapelados, de documentos perdidos en la explosión de la AMIA, de búsquedas obsesivas en los estantes del Instituto IWO y en los archivos históricos de la provincia de Santa Fe.
"Las primeras víctimas judías en Moisés Ville" es un artículo que escribió el bisabuelo de Javier Sinay en 1947. Mijl Hacohen Sinay, periodista y fundador de Der Viderkol (El Eco), el primer periódico en idish de la Argentina, hablaba de una serie de veintidós asesinatos cometidos en el recambio de los siglos XIX y XX en la zona. Gauchos criollos contra colonos. Una historia hilada mediante su recuerdo y los de sus viejos vecinos. Después, todo volvió a perderse en los laberintos del tiempo.
En junio de 2009, Sinay el joven encontró en internet la reproducción del artículo de Sinay el viejo y comenzó a reconstruir la historia. Primero fue casi un juego, después una obsesión y, finalmente, el descubrimiento de un retazo de pasado poco conocido de la brutal relación inicial entre gauchos y judíos. Y más.
"También me habría interesado en esta búsqueda de raíces aunque no hubiera planeado escribir un libro, pero supongo que sin tanto afán. Hacerla a través de un trabajo periodístico -y, especialmente, dentro del género policial- significó la sinergia de mi vocación con mi pasión investigativa: de repente, entró en un círculo virtuoso en el que cada parte potenciaba al todo", explica Javier, que llegó a contratar a un detective de libros para que lo ayudara a rastrear algún ejemplar del esquivo Der Viderkol.
La cantidad de textos en idish que encontró en el camino lo obligaron, primero, a conseguir una traductora y, después, se convirtieron en el motivo por el cual Sinay el joven, de 33 años, terminó estudiando una lengua entrañable y casi olvidada que corre peligro de irse con los últimos viejos paisanos. "El pasado se cuela en todos lados; y para descubrirlo hay que buscarlo sin prejuicios e insistir con las pesquisas", anticipa en el prólogo. Los crímenes de Moisés Ville fue su modo de examinar lo antiguo, remoto y pretérito para iluminar el presente.

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